Fundamentos y Principios.
El planeta Tierra y quienes en el habitamos formamos parte de una espiral dinámicamente rotatoria llamada Sistema Solar. La Astrología como disciplina es quien desde hace varios milenios se ha ocupado de estudiar los movimientos que dicho sistema astronómico implica.
Al ser observados desde el globo terráqueo, dichos movimientos parecen ubicarse a unos 8° a cada lado de la Eclíptica, lo que nos estaría dando una banda de 16°, dentro de la cual se encontrarían dispuestas las distintas órbitas planetarias. Cabe destacar que la Astrología incluye dentro de las entidades planetarias al Sol y a nuestro satélite, la Luna. Esto ya nos conduce a la necesidad de realizar algunas definiciones primarias:
Ecuador Celeste: Si al Ecuador Terrestre lo elongalaramos y proyectaramos hacia el espacio celeste, tendríamos lo que se denomina el Ecuador Celeste.
Eclíptica: Es el círculo máximo a través del cual el Sol realiza su movimiento de rotación alrededor de la Tierra (aunque astronómicamente sabemos que es a la inversa, es la Tierra la que gira alrededor del Sol, asumimos un punto de vista geocéntrico, en tanto que la Astrología tiene en cuenta entidades que se encuentran en nuestro planeta), el cual insume un año.
Zodiaco: Es la banda de 8° por encima y 8° por debajo de la Eclíptica, en la cual se desplazan los distintos planetas componentes del Sistema Solar (incluidos Sol y Luna). El Zodiaco es por tanto una circunferencia de 360° y ya en la antigüedad se establecieron las 12 constelaciones principales (Aries, Tauro, Géminis, etc.), asignándosele a cada uno de ellos un sector de 30°, ya que el Sol permanece en cada signo aproximadamente un mes.
Al ser observados desde el globo terráqueo, dichos movimientos parecen ubicarse a unos 8° a cada lado de la Eclíptica, lo que nos estaría dando una banda de 16°, dentro de la cual se encontrarían dispuestas las distintas órbitas planetarias. Cabe destacar que la Astrología incluye dentro de las entidades planetarias al Sol y a nuestro satélite, la Luna. Esto ya nos conduce a la necesidad de realizar algunas definiciones primarias:
Ecuador Celeste: Si al Ecuador Terrestre lo elongalaramos y proyectaramos hacia el espacio celeste, tendríamos lo que se denomina el Ecuador Celeste.
Eclíptica: Es el círculo máximo a través del cual el Sol realiza su movimiento de rotación alrededor de la Tierra (aunque astronómicamente sabemos que es a la inversa, es la Tierra la que gira alrededor del Sol, asumimos un punto de vista geocéntrico, en tanto que la Astrología tiene en cuenta entidades que se encuentran en nuestro planeta), el cual insume un año.
Zodiaco: Es la banda de 8° por encima y 8° por debajo de la Eclíptica, en la cual se desplazan los distintos planetas componentes del Sistema Solar (incluidos Sol y Luna). El Zodiaco es por tanto una circunferencia de 360° y ya en la antigüedad se establecieron las 12 constelaciones principales (Aries, Tauro, Géminis, etc.), asignándosele a cada uno de ellos un sector de 30°, ya que el Sol permanece en cada signo aproximadamente un mes.
SIGNOS ZODIACALES.
Los signos zodiacales hacen a la cualidad de una experiencia, es decir, representan el cómo se expresa una energía, en nuestro caso, las energías planetarias. En una palabra, los signos son pautas que adoptaría una determinada energía arquetípica, o un prisma que reflejaría la luz de acuerdo al grado de inflexión de la misma.
Lo que cabe destacar aquí es que no existen seres de ningún signo zodiacal en particular, es decir, no hay hombres ni mujeres de un determinado signo (lo mismo es aplicable a cualquier otro tipo de entidad física o no). ¿Y ello porqué? Pues como afirmábamos, los signos son las pautas abstractas de una manifestación descriptiva de energías arquetípicas y por consiguiente no pueden ser encarnadas por ningún ser en particular, o sea, que la manifestación de un signo en particular excedería ad infinitum la posibilidad de su expresión por un ente en particular. Así por ejemplo, un hombre o una mujer nacidos bajo el signo de Cáncer no necesariamente serán sensibles, afectos a la familia y el hogar y de carácter protector. Más bien podríamos decir que para ese ser, independientemente de su sexo, Cáncer (o para el caso cualquier signo zodiacal) daría cuenta de un mito particular del cual el nativo habría de tomar conciencia y buscar expresarlo en una forma creativa. El signo sería así un símbolo de aquello que hemos de llegar a alcanzar para realizarnos en nuestro total plenitud.
Lo que cabe destacar aquí es que no existen seres de ningún signo zodiacal en particular, es decir, no hay hombres ni mujeres de un determinado signo (lo mismo es aplicable a cualquier otro tipo de entidad física o no). ¿Y ello porqué? Pues como afirmábamos, los signos son las pautas abstractas de una manifestación descriptiva de energías arquetípicas y por consiguiente no pueden ser encarnadas por ningún ser en particular, o sea, que la manifestación de un signo en particular excedería ad infinitum la posibilidad de su expresión por un ente en particular. Así por ejemplo, un hombre o una mujer nacidos bajo el signo de Cáncer no necesariamente serán sensibles, afectos a la familia y el hogar y de carácter protector. Más bien podríamos decir que para ese ser, independientemente de su sexo, Cáncer (o para el caso cualquier signo zodiacal) daría cuenta de un mito particular del cual el nativo habría de tomar conciencia y buscar expresarlo en una forma creativa. El signo sería así un símbolo de aquello que hemos de llegar a alcanzar para realizarnos en nuestro total plenitud.
Breve descripción de cada uno de los 12 signos zodiacales:
Aries: Marca el comienzo del año y el inicio del Zodiaco natural. Es la acción del ser. La impulsividad, el espíritu aventurero, el individualismo. Representa el "Yo soy".
Tauro: Simboliza los recursos, las herramientas con que contamos, tanto a nivel material como inmaterial. Implica también el como devenimos valor y seguridad. Es el "Yo tengo o poseo".
Géminis: Representa el aprendizaje mental. Es la apertura en el plano de las ideas, el lenguaje y la comunicación. Es el "Yo pienso".
Cáncer: La acción sentimental. Implica un estado de receptividad, de nutrición y protección. Es el "Yo siento".
Leo: Representa el "Quién soy" y el "Yo quiero". Es la seguridad del ser. Es la autoexpresión lúdica del propio ser. Su esencia es expresarse tal cual es.
Virgo: El aprendizaje mental. Signo analítico y discriminativo, detallista y crítico. Representa la pureza como índice de separación de lo que se encuentra mezclado. Es el "Yo analizo".
Libra: Es la acción del pensamiento y el signo más social. Se define en y por relación a. Es la búsqueda del equilibrio. Es como un espejo que refleja; es el aprendizaje a través del otro. "Yo armonizo" o "Yo equilibro".
Escorpio: Es la seguridad emocional, el "Yo deseo". Analítico, con una gran capacidad de concentración, de transformación y de regeneración. Es el Ave Fénix del Zodiaco. Buscadores de la verdad y sanadores innatos. Representa la verdad en tanto que enfrenta las cosas consigo mismas, cualquiera sea el costo.
Sagitario: Es el aprendizaje del ser. ¿Para qué soy y por qué soy?. Es la expansión, la libertad. La búsqueda de la verdad en y a través de un sistema de creencias. "Yo comprendo".
Capricornio: La acción material. Es la ambición de lo material en forma planificada. Representa el poder y el estatus; la profesión. Es el "Yo ambiciono".
Acuario: La seguridad a nivel mental. Es la convicción y la intuición mental. Representa la humanidad, el altruismo, la conciencia social. Acuario dice "Yo sé".
Piscis: Simboliza el aprendizaje emocional, intuitivo, místico. Es el sacrificio en tanto que sagrado oficio. Es la entrega y el desapego emocional; el dejarse fluir hacia fuera, hacia lo desconocido en tanto representa el "Yo creo" en cuanto hace a la fe.
Aries: Marca el comienzo del año y el inicio del Zodiaco natural. Es la acción del ser. La impulsividad, el espíritu aventurero, el individualismo. Representa el "Yo soy".
Tauro: Simboliza los recursos, las herramientas con que contamos, tanto a nivel material como inmaterial. Implica también el como devenimos valor y seguridad. Es el "Yo tengo o poseo".
Géminis: Representa el aprendizaje mental. Es la apertura en el plano de las ideas, el lenguaje y la comunicación. Es el "Yo pienso".
Cáncer: La acción sentimental. Implica un estado de receptividad, de nutrición y protección. Es el "Yo siento".
Leo: Representa el "Quién soy" y el "Yo quiero". Es la seguridad del ser. Es la autoexpresión lúdica del propio ser. Su esencia es expresarse tal cual es.
Virgo: El aprendizaje mental. Signo analítico y discriminativo, detallista y crítico. Representa la pureza como índice de separación de lo que se encuentra mezclado. Es el "Yo analizo".
Libra: Es la acción del pensamiento y el signo más social. Se define en y por relación a. Es la búsqueda del equilibrio. Es como un espejo que refleja; es el aprendizaje a través del otro. "Yo armonizo" o "Yo equilibro".
Escorpio: Es la seguridad emocional, el "Yo deseo". Analítico, con una gran capacidad de concentración, de transformación y de regeneración. Es el Ave Fénix del Zodiaco. Buscadores de la verdad y sanadores innatos. Representa la verdad en tanto que enfrenta las cosas consigo mismas, cualquiera sea el costo.
Sagitario: Es el aprendizaje del ser. ¿Para qué soy y por qué soy?. Es la expansión, la libertad. La búsqueda de la verdad en y a través de un sistema de creencias. "Yo comprendo".
Capricornio: La acción material. Es la ambición de lo material en forma planificada. Representa el poder y el estatus; la profesión. Es el "Yo ambiciono".
Acuario: La seguridad a nivel mental. Es la convicción y la intuición mental. Representa la humanidad, el altruismo, la conciencia social. Acuario dice "Yo sé".
Piscis: Simboliza el aprendizaje emocional, intuitivo, místico. Es el sacrificio en tanto que sagrado oficio. Es la entrega y el desapego emocional; el dejarse fluir hacia fuera, hacia lo desconocido en tanto representa el "Yo creo" en cuanto hace a la fe.
Es sumamente importante la consideración de una serie de items mediante los cuales se pueden agrupar los distintos signos zodiacales, de acuerdo a tres secuencias básicas: a) la triplicidad o elementos; b) la cuadruplicidad o modalidad orientativa; y c) dualidad o polaridad energética.
Elementos (Triplicidad).
Los elementos estarían dando cuenta de los componentes básicos de la naturaleza, que son el fuego, el aire, el agua y la tierra, como representantes de los diversos tipos de energía cósmica.
Representan también funciones de la conciencia y en este sentido, y de acuerdo con la tipología junguiana, se podría realizar un emparejamiento analógico de carácter aproximativo, donde el aire se relacionaría con la función pensante, el fuego con la función intuitiva, el agua con la sentimental y la tierra con la sensorial.
Los elementos estarían dando cuenta de los componentes básicos de la naturaleza, que son el fuego, el aire, el agua y la tierra, como representantes de los diversos tipos de energía cósmica.
Representan también funciones de la conciencia y en este sentido, y de acuerdo con la tipología junguiana, se podría realizar un emparejamiento analógico de carácter aproximativo, donde el aire se relacionaría con la función pensante, el fuego con la función intuitiva, el agua con la sentimental y la tierra con la sensorial.
El agua es el sentimiento, la imaginación, el misterio, lo desconocido, lo oculto, lo sutil, lo velado. Es un elemento "mudo". Conoce a través de los sentimientos y su principal miedo es que no hubiera algo que lo contenga. (Cáncer, Escorpio, Piscis).
El fuego daría cuenta de iniciativa, de actividad, alegría. Sería el espíritu que contiene en sí mismo su propia razón de ser. Irreflexivo que no irracional, espontáneo, etc. Su forma de conocer sería mediante la intuición y su gran miedo sería el perder la libertad. (Aries, Leo, Sagitario).
El aire es la mente; cambiante, mutable y comunicativa. Es curiosa, movediza, desapegada, volátil. Su forma de conocer sería a través del pensamiento y su gran miedo radicaría en la posibilidad de perder la objetividad. (Géminis, Libra, Acuario).
La tierra representa la seguridad, el sostén, la productividad, el realismo, la confiabilidad, la fuerza, la abundancia, la tesonería. Su forma de conocer sería a través de lo concreto, lo real y su principal miedo radicaría en la falta de apoyatura, de seguridad, de algo tangible y visible. (Tauro, Virgo, Capricornio)
Hablamos en estos casos de triplicidad porque cada elemento incorpora en su interior a tres signos zodiacales.
Hablamos en estos casos de triplicidad porque cada elemento incorpora en su interior a tres signos zodiacales.
Modalidad (Cuadruplicidad).
La modalidad da cuenta de patrones orientativos de accionar. De esta manera los signos se agrupan en tres modalidades (cuatro signos por modalidad).
Cardinal: Es un movimiento centrífugo, dirigido hacia fuera, hacia un objetivo, con una direccionalidad. Representa la creación, el actuar, el impulso original. Es el impulso para iniciar y llevar a cabo algo.
Fijo: Es la protección, la fijeza de algo; implica el sostenimiento y mantenimiento de lo ya creado. Da cuenta de la estabilidad.
Mutable: Implica alteración, transformación, cambio. Es el futuro; lo que ha de venir. Es el aprendizaje en tanto que incorpora algo nuevo.
Cabe destacar que todos y cada uno de los elementos se expresan en una determinada modalidad.
La modalidad da cuenta de patrones orientativos de accionar. De esta manera los signos se agrupan en tres modalidades (cuatro signos por modalidad).
Cardinal: Es un movimiento centrífugo, dirigido hacia fuera, hacia un objetivo, con una direccionalidad. Representa la creación, el actuar, el impulso original. Es el impulso para iniciar y llevar a cabo algo.
Fijo: Es la protección, la fijeza de algo; implica el sostenimiento y mantenimiento de lo ya creado. Da cuenta de la estabilidad.
Mutable: Implica alteración, transformación, cambio. Es el futuro; lo que ha de venir. Es el aprendizaje en tanto que incorpora algo nuevo.
Cabe destacar que todos y cada uno de los elementos se expresan en una determinada modalidad.
Polaridad (Dualidad).
Son las fuerzas del yin (negativo, femenino, pasivo, etc.) y el yang (positivo, masculino, activo, etc.). Son cualidades arquetípicas de la energía. Los elementos fuego y aire son yang y el agua y la tierra son yin.
Son las fuerzas del yin (negativo, femenino, pasivo, etc.) y el yang (positivo, masculino, activo, etc.). Son cualidades arquetípicas de la energía. Los elementos fuego y aire son yang y el agua y la tierra son yin.
SIGNO***ELEMENTO*MODALIDAD***POLARIDAD
ARIES ***FUEGO*CARDINAL*** +
TAURO***TIERRA*FIJO***-
GEMINIS***AIRE*MUTABLE ***+
CANCER***AGUA*CARDINAL***-
LEO***FUEGO*FIJO ***+
VIRGO***TIERRA*MUTABLE***-
LIBRA***AIRE*CARDINAL***+
ESCORPIO***AGUA*FIJO***-
SAGITARIO***FUEGO*MUTABLE***+
CAPRICORNIO***TIERRA*CARDINAL***-
ACUARIO***AIRE*FIJO***+
PISCIS***AGUA*MUTABLE***-
TAURO***TIERRA*FIJO***-
GEMINIS***AIRE*MUTABLE ***+
CANCER***AGUA*CARDINAL***-
LEO***FUEGO*FIJO ***+
VIRGO***TIERRA*MUTABLE***-
LIBRA***AIRE*CARDINAL***+
ESCORPIO***AGUA*FIJO***-
SAGITARIO***FUEGO*MUTABLE***+
CAPRICORNIO***TIERRA*CARDINAL***-
ACUARIO***AIRE*FIJO***+
PISCIS***AGUA*MUTABLE***-
PLANETAS.
Los planetas son básicamente 10, y algunos astrólogos usan también un planetoide llamado Quirón.
Representan energías que pueden ser consideradas como verbos, en tanto que representan acciones. Por ejemplo, Marte afirma, Venus armoniza. Es decir, en tanto que son descriptivos de una determinada acción representan motivaciones e impulsos psicológicos.
Cada planeta podrá encontrarse en uno de los 12 signos ya comentados, los que darán cuenta de como y de que manera se expresarán. Así tenemos que por ejemplo Marte se afirmará de una manera ariana o canceriana según el signo zodiacal donde se encuentre, Mercurio se comunicará de manera capricorniana o acuariana, y así sucesivamente.
Además los planetas tienen diferentes correlaciones anátomo-fisiológicas. Por ejemplo, el Sol se relaciona con el corazón, Júpiter con el hígado, Saturno con los huesos, etc.
Una breve reseña del significado arquetípico de los planetas podría ser el siguiente:
Sol: Simboliza el deseo del individuo por y de llegar a ser él mismo. Es la necesidad de expresarnos y de llegar a manifestar y realizar lo que somos en esencia y lo que debemos cultivar para dejar al descubierto nuestro verdadero ser.
Luna: Representa nuestras necesidades básicas; como las brindamos y como las esperamos recibir; como nutrimos y esperamos ser nutridos, por y a los demás y nosotros mismos. Es nuestro niño y nuestra madre interiores.
Mercurio: Es la función vincular. Representa la comunicación, el llevar y traer, el movimiento, la información. Se relaciona con los brazos y con las manos y por ende con el entorno circundante y lo que podemos manipular.
Venus: Es la función hedonista por excelencia. Representa lo que uno quiere y desea y lo que a uno le gusta. Es el arquetipo de la belleza, la sensualidad (Tauro) y la estética (Libra). Es el amor tanto el sensual (Tauro) como el platónico (Libra). Es un arquetipo valorativo, en el sentido de lo que me gusta, de lo que deseo, con lo que armonizo y soy afín.
Representan energías que pueden ser consideradas como verbos, en tanto que representan acciones. Por ejemplo, Marte afirma, Venus armoniza. Es decir, en tanto que son descriptivos de una determinada acción representan motivaciones e impulsos psicológicos.
Cada planeta podrá encontrarse en uno de los 12 signos ya comentados, los que darán cuenta de como y de que manera se expresarán. Así tenemos que por ejemplo Marte se afirmará de una manera ariana o canceriana según el signo zodiacal donde se encuentre, Mercurio se comunicará de manera capricorniana o acuariana, y así sucesivamente.
Además los planetas tienen diferentes correlaciones anátomo-fisiológicas. Por ejemplo, el Sol se relaciona con el corazón, Júpiter con el hígado, Saturno con los huesos, etc.
Una breve reseña del significado arquetípico de los planetas podría ser el siguiente:
Sol: Simboliza el deseo del individuo por y de llegar a ser él mismo. Es la necesidad de expresarnos y de llegar a manifestar y realizar lo que somos en esencia y lo que debemos cultivar para dejar al descubierto nuestro verdadero ser.
Luna: Representa nuestras necesidades básicas; como las brindamos y como las esperamos recibir; como nutrimos y esperamos ser nutridos, por y a los demás y nosotros mismos. Es nuestro niño y nuestra madre interiores.
Mercurio: Es la función vincular. Representa la comunicación, el llevar y traer, el movimiento, la información. Se relaciona con los brazos y con las manos y por ende con el entorno circundante y lo que podemos manipular.
Venus: Es la función hedonista por excelencia. Representa lo que uno quiere y desea y lo que a uno le gusta. Es el arquetipo de la belleza, la sensualidad (Tauro) y la estética (Libra). Es el amor tanto el sensual (Tauro) como el platónico (Libra). Es un arquetipo valorativo, en el sentido de lo que me gusta, de lo que deseo, con lo que armonizo y soy afín.
Marte:Es el arquetipo de la voluntad y la autoafirmación. Es como nos dirigimos hacia lo que queremos; nuestro particular modus operandi. Es el agente del disfrute que desea Venus.
Júpiter: Representa la expansión, la incorporación. El aumentar, ampliar, agrandar. Júpiter dirá: "No estás solo. Lo que crees que es una personalidad aislada en verdad es un ser que no tiene límites". Es la confianza innata; es el "ahora no puedo, pero sé que en algún momento lo logaré". Es la esperanza, el donde encontramos fe y confianza; donde vemos oportunidades.
Saturno: Es el maestro de las limitaciones, de la mortalidad, el tiempo, las pruebas. Son los límites, el conservadurismo, el miedo, la responsabilidad. Saturno nos dice: "Estás seguro de encontrarte preparado para enfrentarte a..." Es el miedo a fallar, pero también el preguntarse el porqué de una experiencia; lo que debemos aprender de ella.
En su aspecto positivo es el aprendizaje pragmático; el arquetipo del anciano sabio. Es el destino, la autoridad. Es la barrera que una vez atravesada, luego de variadas y arduas pruebas y obstáculos se convierte en un conocimiento que se hace carne en nosotros, que se transforma en un capital propio y único que nunca nos abandonará.
Urano: Es el primero de los tres planetas llamados "exteriores". Simboliza lo brusco, lo sorpresivo, lo inmediato. Implica la necesidad de estar abierto a lo que sea y un estar en permanente contacto con lo nuevo. Es la intuición mental, la capacidad de descubrimiento, de "insight".
Urano busca romper con lo viejo y estancado. Es lo nuevo, lo original, el progreso, la invención, la libertad por la libertad en sí.
Neptuno: Es el arquetipo de lo místico, de la trascendencia y/o la desintegración del ego. Es donde nos sentimos impotentes porque los límites de la realidad se difuminan, ya sea para bien o para mal. Es la inspiración y la aspiración a trascender y abandonar lo ilusorio, pero también representa la inercia y el dejarse llevar. Son los sueños, las drogas, la mística, en una palabra todo lo que nos ayude a hacer abandono del ego.
Neptuno dice: "Si soy infinito, ¿por qué vivir en un mundo de limitación?".
Plutón: Simboliza el poder y la energía subterráneas. Es la capacidad de transformación y de resurrección de las cenizas. No es una fuerza con la que uno pueda negociar ni transar. Es una fuerza implacable; no de medias tintas.
Júpiter: Representa la expansión, la incorporación. El aumentar, ampliar, agrandar. Júpiter dirá: "No estás solo. Lo que crees que es una personalidad aislada en verdad es un ser que no tiene límites". Es la confianza innata; es el "ahora no puedo, pero sé que en algún momento lo logaré". Es la esperanza, el donde encontramos fe y confianza; donde vemos oportunidades.
Saturno: Es el maestro de las limitaciones, de la mortalidad, el tiempo, las pruebas. Son los límites, el conservadurismo, el miedo, la responsabilidad. Saturno nos dice: "Estás seguro de encontrarte preparado para enfrentarte a..." Es el miedo a fallar, pero también el preguntarse el porqué de una experiencia; lo que debemos aprender de ella.
En su aspecto positivo es el aprendizaje pragmático; el arquetipo del anciano sabio. Es el destino, la autoridad. Es la barrera que una vez atravesada, luego de variadas y arduas pruebas y obstáculos se convierte en un conocimiento que se hace carne en nosotros, que se transforma en un capital propio y único que nunca nos abandonará.
Urano: Es el primero de los tres planetas llamados "exteriores". Simboliza lo brusco, lo sorpresivo, lo inmediato. Implica la necesidad de estar abierto a lo que sea y un estar en permanente contacto con lo nuevo. Es la intuición mental, la capacidad de descubrimiento, de "insight".
Urano busca romper con lo viejo y estancado. Es lo nuevo, lo original, el progreso, la invención, la libertad por la libertad en sí.
Neptuno: Es el arquetipo de lo místico, de la trascendencia y/o la desintegración del ego. Es donde nos sentimos impotentes porque los límites de la realidad se difuminan, ya sea para bien o para mal. Es la inspiración y la aspiración a trascender y abandonar lo ilusorio, pero también representa la inercia y el dejarse llevar. Son los sueños, las drogas, la mística, en una palabra todo lo que nos ayude a hacer abandono del ego.
Neptuno dice: "Si soy infinito, ¿por qué vivir en un mundo de limitación?".
Plutón: Simboliza el poder y la energía subterráneas. Es la capacidad de transformación y de resurrección de las cenizas. No es una fuerza con la que uno pueda negociar ni transar. Es una fuerza implacable; no de medias tintas.
SIGNO PLANETA CASA ASPECTO.
Existe en Plutón una necesidad de destruir para poder construir desde cero algo totalmente nuevo,de ahí su relación con las crisis.
Donde se encuentre emplazado en la carta astral es donde algo "viejo" de uno debe morir para que pueda nacer algo "nuevo". Muestra donde hay algo oculto que necesariamente debe emerger a la luz y que para arrancarlo de raíz hay que hacer fuerza, pues en tanto que acción radical nos transformará y nos purificará.
CASAS.
Así como el Zodíaco se determina por el movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol (pero visto desde la Tierra), las casas astrológicas, que también son 12, surgen del movimiento del globo terráqueo alrededor de su propio eje en el lapso de aproximadamente 24 horas.
Las casas configuran la esfera de acción de las energías planetarias, son los ámbitos de la vida cotidiana en donde tendrán lugar los sucesos. Existen diferentes sistemas para la división de la carta astral u horóscopo en casas. El menos utilizado en la actualidad es el sistema de casas iguales, el cual adjudica a cada una 30° de arco. Después tenemos los sistemas espaciales que toman como punto de referencia a algún círculo de la esfera celeste (primera vertical, ecuador celeste, etc.) y los sistemas temporales que se basan en el tiempo requerido para que un determinado punto (por ejemplo, el Ascendente) recorra un arco de la esfera celeste. Actualmente los sistemas más usados son los sistemas temporales y entre ellos Placidus, Koch, y Topocéntrico.
Generalmente se considera la división de la carta en ángulos. Así un observador situado en la Tierra, a cualquier hora del día, independientemente del lugar donde se encuentre apostado, verá que hay un signo que se eleva por el Este. Al grado de ese signo se le llama Grado Ascendente y al signo zodiacal se le denomina Ascendente o Signo Ascendente. (En la figura es la flecha de la izquierda) Por oposición (a 180°) tenemos el punto opuesto al que denominamos Descendente.
De la misma manera, para dicho observador habrá un signo y un grado que se encuentran en la cúspide del meridiano superior, que es un punto situado al Sur y que se denomina Medio Cielo (MC) (en la figura es la flecha de la parte superior) y un punto inferior situado al Norte que es el Bajo Cielo (IC o Imum Coeli).
Estos puntos configuran dos hemisferios y cuatro cuadrantes y tanto para los sistemas espaciales como para los temporales mencionados, los cuatro ángulos se corresponden con las cúspides de las casas de acuerdo al siguiente ordenamiento:
Las casas configuran la esfera de acción de las energías planetarias, son los ámbitos de la vida cotidiana en donde tendrán lugar los sucesos. Existen diferentes sistemas para la división de la carta astral u horóscopo en casas. El menos utilizado en la actualidad es el sistema de casas iguales, el cual adjudica a cada una 30° de arco. Después tenemos los sistemas espaciales que toman como punto de referencia a algún círculo de la esfera celeste (primera vertical, ecuador celeste, etc.) y los sistemas temporales que se basan en el tiempo requerido para que un determinado punto (por ejemplo, el Ascendente) recorra un arco de la esfera celeste. Actualmente los sistemas más usados son los sistemas temporales y entre ellos Placidus, Koch, y Topocéntrico.
Generalmente se considera la división de la carta en ángulos. Así un observador situado en la Tierra, a cualquier hora del día, independientemente del lugar donde se encuentre apostado, verá que hay un signo que se eleva por el Este. Al grado de ese signo se le llama Grado Ascendente y al signo zodiacal se le denomina Ascendente o Signo Ascendente. (En la figura es la flecha de la izquierda) Por oposición (a 180°) tenemos el punto opuesto al que denominamos Descendente.
De la misma manera, para dicho observador habrá un signo y un grado que se encuentran en la cúspide del meridiano superior, que es un punto situado al Sur y que se denomina Medio Cielo (MC) (en la figura es la flecha de la parte superior) y un punto inferior situado al Norte que es el Bajo Cielo (IC o Imum Coeli).
Estos puntos configuran dos hemisferios y cuatro cuadrantes y tanto para los sistemas espaciales como para los temporales mencionados, los cuatro ángulos se corresponden con las cúspides de las casas de acuerdo al siguiente ordenamiento:
El Ascendente es la cúspide de la casa 1.
El IC es la cúspide de la casa 4.
El Descendente es la cúspide de la casa 7.
El MC es la cúspide de la casa 10.
De acuerdo al sistema de división de casas que decidamos utilizar será el cómo habremos de calcular las 8 casas restantes.
El significado de cada casa:
Casa 1 o Ascendente: Es el cómo nos enfrentamos a la vida; la máscara que usamos. Es la lente a través de la cual percibimos y por ende configuramos la experiencia y el mundo que nos rodea.
Casa 2: Es la casa de nuestros recursos y valores. Es lo que tenemos como propio y como nos relacionamos con ello. Es lo que valoramos porque nos hace sentir seguros (por ejemplo, el dinero).
Casa 3: Es el entorno circundante y lo que en él encontramos. Es nuestro medio ambiente y como nos relacionamos e interactuamos con él. Por ende es también el lenguaje y la comunicación. Los hermanos y vecinos.
Casa 4 o IC: Es el hogar, lo íntimo. Puede representar a la madre y/o al padre. Es nuestra base de operaciones, a partir de la cual se construye y se constituye el resto de la carta.
Casa 5: Es la autoexpresión. Es todo aquello que nos permita expresar el quienes somos; donde devenimos como alguien especial, donde nos sentimos el centro alrededor de lo cual todo gira. Se relaciona por ejemplo con los hijos, con los hobbies, etc.
Casa 6: Es donde entramos en contacto con los límites y a través del conocimiento de los mismos llegamos a una definición más clara de nosotros mismos. Es la correlación entre el mundo interno y el mundo externo. Se relaciona entre otras cosas con el trabajo y con la salud.
Casa 7 o Descendente: Es la casa de los otros, donde proyectamos rasgos positivos y/o negativos, que si bien nos pertenecen, somos inconscientes de ellos y los vivimos por intermedio de otros. En este sentido se relaciona con la pareja, con el matrimonio, con los enemigos manifiestos, con los socios, etc.
Casa 8: Es la casa de los recursos ajenos (por oposición a la casa 2). Es lo que se comparte; es como nos fundimos y nos entregamos a otros. Es la fusión con el otro y por ello se relaciona con la muerte, con el sexo, con lo oculto, etc.
Casa 9: Por opuesta a la 3 da cuenta de los grandes significados, de los porqué de la existencia. Es la casa de los viajes largos, la filosofía, la religión, etc.
Casa 10 o Medio Cielo: Es el como deseamos manifestarnos en el mundo, como deseamos devenir reconocimiento. Conjuntamente con la casa 4 configura el eje parental, pudiendo representar a la madre y/o al padre. Es también la casa de la fama, de la profesión, del estatus, etc.
Casa 11: Por oposición a la 5, el centro no estaría aquí en mi sino en el grupo del cual nos sentimos parte integrante. Por consiguiente se relaciona con los ideales, los amigos, las esperanzas. Es la casa de la conciencia social y ecológica.
Casa 12: Representa el anhelo de disolución y trascendencia del ego, de la pérdida de los límites (opuesta a la 6). Representa el ámbito del inconsciente, sobre todo del colectivo. Es lo reprimido, la sombra junguiana y por ello se dice que es la casa de los enemigos ocultos. En tanto es la entrega del ego a un poder superior, se relaciona con los sueños, las drogas y también con los hospitales y los centros de reclusión.
Casa 1 o Ascendente: Es el cómo nos enfrentamos a la vida; la máscara que usamos. Es la lente a través de la cual percibimos y por ende configuramos la experiencia y el mundo que nos rodea.
Casa 2: Es la casa de nuestros recursos y valores. Es lo que tenemos como propio y como nos relacionamos con ello. Es lo que valoramos porque nos hace sentir seguros (por ejemplo, el dinero).
Casa 3: Es el entorno circundante y lo que en él encontramos. Es nuestro medio ambiente y como nos relacionamos e interactuamos con él. Por ende es también el lenguaje y la comunicación. Los hermanos y vecinos.
Casa 4 o IC: Es el hogar, lo íntimo. Puede representar a la madre y/o al padre. Es nuestra base de operaciones, a partir de la cual se construye y se constituye el resto de la carta.
Casa 5: Es la autoexpresión. Es todo aquello que nos permita expresar el quienes somos; donde devenimos como alguien especial, donde nos sentimos el centro alrededor de lo cual todo gira. Se relaciona por ejemplo con los hijos, con los hobbies, etc.
Casa 6: Es donde entramos en contacto con los límites y a través del conocimiento de los mismos llegamos a una definición más clara de nosotros mismos. Es la correlación entre el mundo interno y el mundo externo. Se relaciona entre otras cosas con el trabajo y con la salud.
Casa 7 o Descendente: Es la casa de los otros, donde proyectamos rasgos positivos y/o negativos, que si bien nos pertenecen, somos inconscientes de ellos y los vivimos por intermedio de otros. En este sentido se relaciona con la pareja, con el matrimonio, con los enemigos manifiestos, con los socios, etc.
Casa 8: Es la casa de los recursos ajenos (por oposición a la casa 2). Es lo que se comparte; es como nos fundimos y nos entregamos a otros. Es la fusión con el otro y por ello se relaciona con la muerte, con el sexo, con lo oculto, etc.
Casa 9: Por opuesta a la 3 da cuenta de los grandes significados, de los porqué de la existencia. Es la casa de los viajes largos, la filosofía, la religión, etc.
Casa 10 o Medio Cielo: Es el como deseamos manifestarnos en el mundo, como deseamos devenir reconocimiento. Conjuntamente con la casa 4 configura el eje parental, pudiendo representar a la madre y/o al padre. Es también la casa de la fama, de la profesión, del estatus, etc.
Casa 11: Por oposición a la 5, el centro no estaría aquí en mi sino en el grupo del cual nos sentimos parte integrante. Por consiguiente se relaciona con los ideales, los amigos, las esperanzas. Es la casa de la conciencia social y ecológica.
Casa 12: Representa el anhelo de disolución y trascendencia del ego, de la pérdida de los límites (opuesta a la 6). Representa el ámbito del inconsciente, sobre todo del colectivo. Es lo reprimido, la sombra junguiana y por ello se dice que es la casa de los enemigos ocultos. En tanto es la entrega del ego a un poder superior, se relaciona con los sueños, las drogas y también con los hospitales y los centros de reclusión.
ASPECTOS.
Técnicamente los aspectos son la longitud medida en grados que configuran un arco. Los aspectos muestran el potencial de cambio de una carta a través de la distribución de los planetas en la misma, o sea, implican un diálogo entre los planetas (también incluimos al Ascendente y al Medio Cielo) que se encuentran en relación angular. Cuando hay aspectos queremos afirmar que existen relaciones entre energías distintas. Son un experimentar algo y cabe recalcar que son más importantes los planetas que se encuentran en relación que el tipo de aspecto.
Los aspectos se dividen en mayores y menores en cuanto hace al grado de manifestación de los mismos en y a través de experiencias, manifiestas o no. Los aspectos mayores y por ende más comúnmente utilizados son:
Los aspectos se dividen en mayores y menores en cuanto hace al grado de manifestación de los mismos en y a través de experiencias, manifiestas o no. Los aspectos mayores y por ende más comúnmente utilizados son:
La conjunción (aspecto del 1).
La oposición (aspecto del 2, resultado de dividir 360°/2 = 180°).
El trígono (aspecto del 3, o sea, 360°/3 = 120°).
La cuadratura (90°); el sextil (60°).
El quincuncio o inconjunto (150°).
El orbe sería el grado de tolerancia o desviación permitido a cada lado del aspecto exacto. Por ejemplo, decir que en una cuadratura se permite un orbe de 8°, implica que se la considera en el entorno de los 90° + 8°.
Una descripción suscinta de los aspectos más utilizados es la siguiente:
Conjunción (0° + 10°) : Ambas funciones planetarias se fusionan en mayor o en menor grado, sin conciencia de ello. Es el aspecto más potente y el grado de armonía o disarmonía dependerá de los planetas involucrados.
Oposición (180° + 10°) : Es un aspecto de oposición y de complementariedad. Generalmente la persona toma partido por uno de los planetas y proyecta el otro. Ambos planetas están frente a frente uno del otro. Es como un choque de fuerzas y por ende es algo que resulta muy visible para la persona.
Trígono (120° + 8°) : Es un aspecto fluido, de armonía y equilibrio. Da la idea de tener una serie de recursos a mano y a disposición. Es un símbolo de oportunidad y de realización.
Cuadratura (90° + 8°) : Es un aspecto de fricción, que evoca terquedad y obstáculo. Da idea de una situación donde hay fuerzas que empujan en direcciones no compatibles. Es un aspecto de acción, pero donde esta es conflictiva.
Sextil (60° + 4°) : Es un aspecto que otorga cualidades mentales además de capacidad de trabajar en conjunto.
Quincuncio (150° + 4°) : Es un aspecto paradojal, levemente inarmónico, de no fácil integración. Es como una picazón que no nos podemos rascar, que por momentos alivia y que por otros molesta, de ahí su carácter paradojal.
Cabe señalar que cualquiera de estos aspectos puede contribuir en mayor o en menor medida a nuestra evolución consciente. Por ejemplo, si bien generalmente se habla del trígono como de un aspecto favorable, no siempre es así. Ello dependerá del conjunto de la carta y del grado de evolución del ser en cuestión.
En relación a los aspectos, pueden formarse en una carta distintas figuras geométricas que reciben la denominación de configuraciones planetarias, como ser por ejemplo, las más usadas el stellium, el gran trígono, la gran cuadratura, la T cuadrada, y el yod entre otras.
También se estudia si se trata de un aspecto aplicativo o separativo; si es un planeta sin aspectos (cabe agregar acá que también se analiza si es el único planeta en un elemento y/o en un signo y/o en una modalidad y/o en un cuadrante, etc.).
Consideramos que ésto ha de configurar un resumen breve, conciso y concreto que permitirá, es nuestra aspiración, un mayor acercamiento y una mejor comprensión de lo que la Astrología representa en cuanto disciplina que es una ciencia-arte-técnica.
El orbe sería el grado de tolerancia o desviación permitido a cada lado del aspecto exacto. Por ejemplo, decir que en una cuadratura se permite un orbe de 8°, implica que se la considera en el entorno de los 90° + 8°.
Una descripción suscinta de los aspectos más utilizados es la siguiente:
Conjunción (0° + 10°) : Ambas funciones planetarias se fusionan en mayor o en menor grado, sin conciencia de ello. Es el aspecto más potente y el grado de armonía o disarmonía dependerá de los planetas involucrados.
Oposición (180° + 10°) : Es un aspecto de oposición y de complementariedad. Generalmente la persona toma partido por uno de los planetas y proyecta el otro. Ambos planetas están frente a frente uno del otro. Es como un choque de fuerzas y por ende es algo que resulta muy visible para la persona.
Trígono (120° + 8°) : Es un aspecto fluido, de armonía y equilibrio. Da la idea de tener una serie de recursos a mano y a disposición. Es un símbolo de oportunidad y de realización.
Cuadratura (90° + 8°) : Es un aspecto de fricción, que evoca terquedad y obstáculo. Da idea de una situación donde hay fuerzas que empujan en direcciones no compatibles. Es un aspecto de acción, pero donde esta es conflictiva.
Sextil (60° + 4°) : Es un aspecto que otorga cualidades mentales además de capacidad de trabajar en conjunto.
Quincuncio (150° + 4°) : Es un aspecto paradojal, levemente inarmónico, de no fácil integración. Es como una picazón que no nos podemos rascar, que por momentos alivia y que por otros molesta, de ahí su carácter paradojal.
Cabe señalar que cualquiera de estos aspectos puede contribuir en mayor o en menor medida a nuestra evolución consciente. Por ejemplo, si bien generalmente se habla del trígono como de un aspecto favorable, no siempre es así. Ello dependerá del conjunto de la carta y del grado de evolución del ser en cuestión.
En relación a los aspectos, pueden formarse en una carta distintas figuras geométricas que reciben la denominación de configuraciones planetarias, como ser por ejemplo, las más usadas el stellium, el gran trígono, la gran cuadratura, la T cuadrada, y el yod entre otras.
También se estudia si se trata de un aspecto aplicativo o separativo; si es un planeta sin aspectos (cabe agregar acá que también se analiza si es el único planeta en un elemento y/o en un signo y/o en una modalidad y/o en un cuadrante, etc.).
Consideramos que ésto ha de configurar un resumen breve, conciso y concreto que permitirá, es nuestra aspiración, un mayor acercamiento y una mejor comprensión de lo que la Astrología representa en cuanto disciplina que es una ciencia-arte-técnica.
ADIVINACIÓN, ASTROLOGIA Y PROFECIA.
Escrito en el que se resumen los trucos adivinatorios de las civilizaciones neolíticas, basados en una pseudociencia que llamamos mántica. También la tosca, pero comprensible, astronomía y astrología de estos tiempos históricos, inventores ya de Zodíacos y horóscopos. Las relaciones de la adivinación con la medicina; oráculos, y profecías adivinatorias.
La religión neolítica, totalmente falsa, como todas las religiones hasta la fecha, contó con adivinos, astrólogos, videntes y exorcistas para interpretar signos y augurios, sueños y movimientos de los cuerpos celestes, dictar oráculos y dar a conocer las revelaciones, en la creencia de que los inexistentes dioses empleaban hombres inspirados para transmitir su poder y voluntad a los hombres. La tradición mántica se desarrolló así como una pseudociencia, bajo tales adivinos y videntes, que a menudo por una auténtica fuerza oculta, estimulada por un entrenamiento técnico, revelaban saberes misteriosos, o determinaban el curso de los sucesos, mediante experiencias de éxtasis y visiones, portentos, augurios, auspicios, hepatoscopia y pronósticos astrológicos.
La tradición mántica se relacionaba con los agüeros, sueños y oráculos, pero también, en algunos casos, con funciones sacerdotales en los templos, capillas y santuarios, la incubación, los trances y las más crudas formas de éxtasis y locura sagrada. Así, pues, el oficio del vidente estaba estrechamente relacionado con el de adivino, ya que la palabra se consideraba medio de comunicación verbal con la divinidad, mediante un cambio sacramental de voces entre el locutor humano y el auditor divino: pero no existiendo estos dioses, mal pueden ser ciertas estas adivinaciones.
La supuesta revelación, recibida directamente por medio de éxtasis o visiones, o por cualquier otra forma de manifestaciones proféticas, se daba a conocer como enunciación de un oráculo divino, teniendo una validez absoluta para el creyente, y ninguna para el no creyente, pero en estos siglos eran todos creyentes.
Era suficiente expresar una fórmula sagrada, una exclamación ritual, la repetición de la sílaba OM, o el canto de los himnos védicos, para ejercer influencia en la India, tanto sobre los dioses como sobre los creyentes. Se aseguraba así la buena voluntad de los inexistentes dioses, y dicen que se los obligaba a conceder beneficios a sus fieles, como respuesta a los servicios que recibían del culto. Pero estarán adivinando que seguimos en el terreno de las creencias religiosas: se cree al adivino, como se creyó en el inventor de dioses.
Fue en Grecia y Mesopotamia donde más se practicó la adivinación y la mántica, tanto en los cultos oficiales, como en augurios privados, que se conseguían a precio módico. Los templos de Babilonia estaban dotados de adivinos, echadores de cartas, exorcistas y astrólogos, ya desde la época sumeria. A este período pertenece el más antiguo manual de astrología; y en la visión sumeria del diluvio Ziusudra o Utnapishtim utilizan prácticas adivinatorias, así como algunos reyes de la época: Emmeduranki de Sipur, por ejemplo. Se adivinaba vertiendo aceite sobre agua, o mediante las entrañas de animales.
Barû eran videntes acadios, especializados en oráculos, sueños y visiones. Practicaban la hepatoscopia (hígado de un carnero sacrificado), hidromancia (adivinación mediante agua), lecanomancia (mediante aceite), o mediante augurios fisiognómicos, vuelo de las aves, visiones nocturnas, etc.
Los sabrû eran funcionarios que interpretaban sueños y oráculos por incubación. Y los asipu sacerdotes mágicos y exorcistas.
La hepatoscopia inspeccionaba los lóbulos superiores e inferiores del hígado, sus apéndices, la vesícula biliar, los conductos cístico y hepático, la vena y la porta hepatis. Las señales de la derecha del hígado se consideraban de buen augurio, y las de la izquierda de malo; una vesícula hinchada indicaba aumento de poder, y una depresión en la porta pérdida. La hepatoscopia pasó desde Babilonia y Asiria a los haruspices etruscos, y de éstos al mundo romano. También se practicaba en Israel, según demuestra la Bíblia. Los hititas la difundieron por Palestina y Antolia, y después por el mundo griego y romano.
También se obtenían augurios de la posición, aspecto y color de las entrañas, condiciones del corazón, riñones, vesícula; vuelo de las aves; eclipses; condiciones atmosféricas inusuales; grandes tormentas, etc. Los signos celestes impulsaron observaciones cada vez más cuidadosas del firmamento, y la luna fue el primer astro en ser observado. La concurrencia del sol y la luna era observada del 12 al 20 de cada mes, y se interpretaba como caída de dinastías y otros sucesos desfavorables. Alrededor del día 14 significaba prosperidad. La repetición periódica de cuerpos y fenómenos celestes se registraba en tablas, y así nació la astrología.
El año estaba ya dividido en meses, y los astrólogos caldeos inventaron ya el Zodíaco. Los cinco planetas con nombres de divinidades romanas fueron ya Isthar, Nabu, Nergal, Marduk y Ninib en Mesopotamia. Las princiales constelaciones griegas son también de origen mesopotámico. Hubo calendarios de los días favorables, y los astrólogos reales predecían calamidades, mediante cambios de las nubes y la posición de planetas y estrellas. Un eclipse lunar, por ejemplo, en el mes de Nisan, durante la primera hora de guardia, significaba desgracias; si ocurría en el mes de Iyar, moriría el rey, sin ser sucedido por el hijo; si era en el de Tammuz, la agricultura prosperaría, y los precios subirían; si acontecía en el de Ab, el dios Adab mandaría una inundación; si el dios Adab tronaba en el mes de Nisan, cesaría el poder del enemigo; si ocurría en el de Tammuz, la agricultura prosperaba. Los eclipses de sol eran de mal augurio, en diversos grados según el mes. Las estrellas, el sol, la luna y los planetas determinaban los destinos humanos, en lo que aún llamamos horóscopos, aunque todos sabemos lo que aciertan. Los asirios hacían mucho uso de medicinas, incluyendo drogas de origen vegetal y animal, pero se curaba principalmente por magia, mediante un complicado sistema demonológico, con genios, fantasmas, vampiros y espíritus hostiles. De donde surgió el exorcismo, para auyentar a lo que se creía por magia.
También se relacionó a los dioses con la medicina, y así Ea era curativo, o Marduk protegía contra ataques malignos.
Ya los asirios modelaban con masa una efigie del enfermo, y la asperjaban e incensaban. Una cuerda especialmente trenzada con lana blanca y negra, y atada a las manos, pies y cabeza de un hombre que era víctima de una maldición, podía ser luego arrojada al desierto como rito purificador.
Los exorcistas fueron muy famosos en Babilonia y Asiria, pero se les imponían multas o castigos corporales si la curación salía mal.
En Egipto las enfermedades y heridas se atribuían a agentes diabólicos, o espíritus malignos. Durante ciertos días y horas, y en determinadas estaciones, se pensaba que estas influencias eran más activas. Ni siquiera los dioses estaban libres de ellas, y en los libros y papiros egipcios hay fórmulas para devolver la salud a divinidades enfermas. Pero quienes podían obtener información mediante los dioses fueron los que fundaron la medicina egipcia, y sus técnicas terapeúticas. El sacerdote-médico Sunu, por ejemplo, ejercía sus funciones manejando las divinidades curativas por una parte, y los demonios de la enfermedad por otra. Los oficios de sacerdote, mago y médico se combinaban frecuentemente en una persona en Egipto.
En el santuario de Ptah, en Menfis, los oráculos terapeúticos se conseguían mediante sueños, y así se revelaban también remedios a los que pernoctaban en los templos. Pero fue sobre todo en Grecia donde se desarrolló el culto de Asclepio, en la Argólida y otros lugares, cuando se relacionó con el de Apolo en Delfos, donde la incubación fue reconocida como elemento esencial de la medicina mágica.
Los enfermos iban al santuario de Epidauro, a dormir en el templo de Asclepio, tenían visiones durante la noche, y dicen que se despertaban curados. El ciego, por ejemplo, era tocado por el dios, y le limpiaba los ojos; entonces salían dos grandes serpientes, y le lamían los párpados: con lo que recuperaban completamente la vista. Un paralítico de los dedos creyó estar jugando a los dados, y cuando iba a echarlos, el dios le tocó con la mano, y se le fue separando y enderezando los dedos uno por uno. Epidauro fue en Grecia lo que Lourdes en el catolicismo, y se debían hacer los mismos milagros. Por lo que he acertado al considerar mágicos todos los milagros evangélicos.
En el templo romano de Esculapio también se practicó la incubación, a pesar de que ni la mántica ni los exorcismos estaban arraigados. Sí la adivinación mediante el vuelo o canto de las aves, rayos y relámpagos, sueños y pronósticos; hepatoscopia, etc. Muchas veces a cargos de magos y curanderos procedentes de Grecia, Asia Menor y Mesopotamia.
Durante un millar de historia escrita griegos y romanos consultaron a la Pitia, la profetisa de Apolo, y le consultaban todo. La Pitia ejercía su oficio en estado frenético, vestida con largas ropas, con una cofia dorada y una diadema de hojas de laurel, antes de beber el agua sagrada de Casolis. Para asegurarse que era el día indicado, y los signos favorables, se echaba agua fría sobre una cabra, y se tomaba como indicación su temblor. Después la Pitia se sentaba en el trípode, colocado sobre una grieta o cueva de la que emanaba una nube de vapor, y a veces tenía que entrar en la cueva para aspirar ese vapor: aunque son noticias cristianas del IV d. c. , y por tanto difamatorias. Las respuestas de la Pitia eran glosolalia (palabras ininteligibles), y tenían que ser interpretadas por el sacerdote principal, y a menudo escritas en hexámetros, como oráculos de Zeus, dados a través de Apolo. El oficio de Pitia era tan sagrado, que la obligaban a separarse del marido, si estaba casada. Si era necesario prestaban sus servicios, en el mismo trípode, hasta tres Pitias. El culto procedía de Anatolia, tierra de chamanes, por lo que tenía caracteres extáticos. Como el templo de Apolo estaba muy relacionado con Dionisos, se introdujeron modificaciones apolíneas en la tradición orgiástica de los tracios. Bajo la influencia órfica, el templo de Apolo practicó culto a los héroes, y ritos a los difuntos. E influyó incluso en la doctrina platónica del cuerpo como sepulcro del alma (soma-sema), la preexistencia del alma, y la reencarnación. Las respuestas eran tan vagas, evasivas y ambiguas, que se necesitaban exégetas para descifrar su contenido. La Pitia declaró a Sócrates el más sabio de los hombres.
Después de las guerras persas, en el V a. c. , Delfos perdió prestigio, por la parcialidad e inexactitud de sus oráculos. Durante la segunda guerra sagrada (357-346 a. c. ) fue despojado de sus tesoros por generales focenses, y con Filipo de Macedonia dejó de ser santuario central, aunque su oráculo favoreció a Alejandro Magno. Probablemente fue destruido en el terremoto del 371 a. c. , y no fue reconstruido. Los reyes helénicos despreciaban a la Pitia, y por lo general no consultaban su oráculo. En el 279 a. c. , durante las hordas celtas, se salvó el templo, y se instituyó la fiesta Soteria para agradecer a Zeus y Apolo su apoyo; pero las intervenciones de estos dioses fueron tan reales como las de Santiago Apóstol, en la Reconquista española. Los romanos consultaron el oráculo el 207 a. c. , al final de la guerra contra Aníbal. Y Ptolomeo IV (173-146). Con Trajano y Adriano volvió a ser un templo importante, así como con los Antoninos y Septimio Severo. Los cristianos atribuyeron su desprestigio por la encarnación y revelación de Cristo, pero no lo creo, porque todas las religiones y cultos son igualmente falsos.
El cristianismo consideró diabólico estos oráculos, pero muchos Padres de la Iglesia, y autores cristianos, admitieron que las sibilas habían dado testimonio de Cristo. Estas sacerdotisas se extendieron por Grecia en el IV a. c. , procedentes de Asia Menor, y se las relacionó con los órficos antes de pasar a Italia, donde establecieron su más importante sede entre los colonos de Cumas, cerca de Nápoles. Allí tuvieron un templo el 493 a. c. , introduciendo los cultos de Deméter, Dionisos y Core, que latinizaron en Ceres, Líber y Líbera. Por lo que se les erigió un templo en la ladera del Aventino, en Roma, cerca del Circo Máximo, y se han encontrado profecías de este templo en el Capitolio de Roma (duoviri sacris faciundis). Cuando estas profecías fueron destruidas, en el incendio del Capitolio, 83 a. c. , Augusto envió emisarios a Eritrea para importar documentos sibilinos, que fueron depositados en el nuevo templo de Apolo del Palatino. En el II y III d. c. incluso la Iglesia reconoció estos oráculos, aunque cristianizándolos. En el Concilio de Nicea el propio Constantino recurrió a estos oráculos, e incluso san Agustín colocó a la Sibila en la Ciudad de Dios.
La tradición relaciona a Abrahan con manifestaciones divinas en el terebinto de Siquem, y la fundación del santuario de Betel se relacionó con incubaciones a Jacob, siendo corrientes revelaciones divinas en los santuarios de Berseva, Hebrón, Mambré y Ofra. En Madián se nos dice que encontró Moises a Yahweh en forma de zarza ardiente, que no se consumía. Y en montañas sagradas, como las del Sinaí u Horeb, se nos dice que Moisés y Elías vieron a Yahweh, y hablaron con él, sin intermediaroios, lo que vuelve a demostrar la veracidad de la Bíblia, en la que la palabra de Yahweh es lo que la hace ser creída. Durante la ocupación árabe persistieron en Palestina santuarios locales, con sus árboles sagrados, sus fuentes, sus alineamientos megalíticos, sus mazzehah o gilgal (círculos de piedra), sus capillas, etc: pero el Islam es también religión de Libro, visto en las estrellas.
La profecía cultual es la base de la Bíblia, a cargo de profesionales del éxtasis (Cobnim y Nebi´im), en los santuarios de Betel, Gibea, Rama, Jericó y Carmelo. Son idénticos a los visionarios mesopotámicos (makku), aunque los profetas de Israel (nabí) se diferenciaron de los sacerdotes, por ser independientes y no ejercer cargo público. Decían que eran poseídos por el espíritu (ruach) de Yahweh, en éxtasis, aunque a algunos le abandonaba, a veces, la inspiración divina. Se atribuyen a Eliseo muchos milagros, y Elías fue un hacedor de lluvia, desempeñando el mismo papel que el Al-Jidr (Hombre Verde) de la tradición popular; aunque también tuvo éxtasis.
Los profetas escritores hebreos veían también las palabras que tenían que comunicar, por supuesto en visiones, y se sentían también poseídos por el espíritu de Yahweh, obligados a pronunciar palabras que consideraban oráculos divinos, así como revelaciones recibidas en visiones. Son los que hacen hablar a Yahweh, en lo que yo llamo literatura. Todos los profetas condenaron los cultos sincréticos, y mediante ellos Yahweh pedía a su pueblo obediencia total y cumplimiento riguroso de sus Leyes. Mediante psicosis sobrenaturales son los que en realidad escriben la Bíblia, pues conocían la voluntad y pensamiento de Yahweh, lo que vuelve a hacer de este dios un dios más del neolítico.
Escrito en el que se resumen los trucos adivinatorios de las civilizaciones neolíticas, basados en una pseudociencia que llamamos mántica. También la tosca, pero comprensible, astronomía y astrología de estos tiempos históricos, inventores ya de Zodíacos y horóscopos. Las relaciones de la adivinación con la medicina; oráculos, y profecías adivinatorias.
La religión neolítica, totalmente falsa, como todas las religiones hasta la fecha, contó con adivinos, astrólogos, videntes y exorcistas para interpretar signos y augurios, sueños y movimientos de los cuerpos celestes, dictar oráculos y dar a conocer las revelaciones, en la creencia de que los inexistentes dioses empleaban hombres inspirados para transmitir su poder y voluntad a los hombres. La tradición mántica se desarrolló así como una pseudociencia, bajo tales adivinos y videntes, que a menudo por una auténtica fuerza oculta, estimulada por un entrenamiento técnico, revelaban saberes misteriosos, o determinaban el curso de los sucesos, mediante experiencias de éxtasis y visiones, portentos, augurios, auspicios, hepatoscopia y pronósticos astrológicos.
La tradición mántica se relacionaba con los agüeros, sueños y oráculos, pero también, en algunos casos, con funciones sacerdotales en los templos, capillas y santuarios, la incubación, los trances y las más crudas formas de éxtasis y locura sagrada. Así, pues, el oficio del vidente estaba estrechamente relacionado con el de adivino, ya que la palabra se consideraba medio de comunicación verbal con la divinidad, mediante un cambio sacramental de voces entre el locutor humano y el auditor divino: pero no existiendo estos dioses, mal pueden ser ciertas estas adivinaciones.
La supuesta revelación, recibida directamente por medio de éxtasis o visiones, o por cualquier otra forma de manifestaciones proféticas, se daba a conocer como enunciación de un oráculo divino, teniendo una validez absoluta para el creyente, y ninguna para el no creyente, pero en estos siglos eran todos creyentes.
Era suficiente expresar una fórmula sagrada, una exclamación ritual, la repetición de la sílaba OM, o el canto de los himnos védicos, para ejercer influencia en la India, tanto sobre los dioses como sobre los creyentes. Se aseguraba así la buena voluntad de los inexistentes dioses, y dicen que se los obligaba a conceder beneficios a sus fieles, como respuesta a los servicios que recibían del culto. Pero estarán adivinando que seguimos en el terreno de las creencias religiosas: se cree al adivino, como se creyó en el inventor de dioses.
Fue en Grecia y Mesopotamia donde más se practicó la adivinación y la mántica, tanto en los cultos oficiales, como en augurios privados, que se conseguían a precio módico. Los templos de Babilonia estaban dotados de adivinos, echadores de cartas, exorcistas y astrólogos, ya desde la época sumeria. A este período pertenece el más antiguo manual de astrología; y en la visión sumeria del diluvio Ziusudra o Utnapishtim utilizan prácticas adivinatorias, así como algunos reyes de la época: Emmeduranki de Sipur, por ejemplo. Se adivinaba vertiendo aceite sobre agua, o mediante las entrañas de animales.
Barû eran videntes acadios, especializados en oráculos, sueños y visiones. Practicaban la hepatoscopia (hígado de un carnero sacrificado), hidromancia (adivinación mediante agua), lecanomancia (mediante aceite), o mediante augurios fisiognómicos, vuelo de las aves, visiones nocturnas, etc.
Los sabrû eran funcionarios que interpretaban sueños y oráculos por incubación. Y los asipu sacerdotes mágicos y exorcistas.
La hepatoscopia inspeccionaba los lóbulos superiores e inferiores del hígado, sus apéndices, la vesícula biliar, los conductos cístico y hepático, la vena y la porta hepatis. Las señales de la derecha del hígado se consideraban de buen augurio, y las de la izquierda de malo; una vesícula hinchada indicaba aumento de poder, y una depresión en la porta pérdida. La hepatoscopia pasó desde Babilonia y Asiria a los haruspices etruscos, y de éstos al mundo romano. También se practicaba en Israel, según demuestra la Bíblia. Los hititas la difundieron por Palestina y Antolia, y después por el mundo griego y romano.
También se obtenían augurios de la posición, aspecto y color de las entrañas, condiciones del corazón, riñones, vesícula; vuelo de las aves; eclipses; condiciones atmosféricas inusuales; grandes tormentas, etc. Los signos celestes impulsaron observaciones cada vez más cuidadosas del firmamento, y la luna fue el primer astro en ser observado. La concurrencia del sol y la luna era observada del 12 al 20 de cada mes, y se interpretaba como caída de dinastías y otros sucesos desfavorables. Alrededor del día 14 significaba prosperidad. La repetición periódica de cuerpos y fenómenos celestes se registraba en tablas, y así nació la astrología.
El año estaba ya dividido en meses, y los astrólogos caldeos inventaron ya el Zodíaco. Los cinco planetas con nombres de divinidades romanas fueron ya Isthar, Nabu, Nergal, Marduk y Ninib en Mesopotamia. Las princiales constelaciones griegas son también de origen mesopotámico. Hubo calendarios de los días favorables, y los astrólogos reales predecían calamidades, mediante cambios de las nubes y la posición de planetas y estrellas. Un eclipse lunar, por ejemplo, en el mes de Nisan, durante la primera hora de guardia, significaba desgracias; si ocurría en el mes de Iyar, moriría el rey, sin ser sucedido por el hijo; si era en el de Tammuz, la agricultura prosperaría, y los precios subirían; si acontecía en el de Ab, el dios Adab mandaría una inundación; si el dios Adab tronaba en el mes de Nisan, cesaría el poder del enemigo; si ocurría en el de Tammuz, la agricultura prosperaba. Los eclipses de sol eran de mal augurio, en diversos grados según el mes. Las estrellas, el sol, la luna y los planetas determinaban los destinos humanos, en lo que aún llamamos horóscopos, aunque todos sabemos lo que aciertan. Los asirios hacían mucho uso de medicinas, incluyendo drogas de origen vegetal y animal, pero se curaba principalmente por magia, mediante un complicado sistema demonológico, con genios, fantasmas, vampiros y espíritus hostiles. De donde surgió el exorcismo, para auyentar a lo que se creía por magia.
También se relacionó a los dioses con la medicina, y así Ea era curativo, o Marduk protegía contra ataques malignos.
Ya los asirios modelaban con masa una efigie del enfermo, y la asperjaban e incensaban. Una cuerda especialmente trenzada con lana blanca y negra, y atada a las manos, pies y cabeza de un hombre que era víctima de una maldición, podía ser luego arrojada al desierto como rito purificador.
Los exorcistas fueron muy famosos en Babilonia y Asiria, pero se les imponían multas o castigos corporales si la curación salía mal.
En Egipto las enfermedades y heridas se atribuían a agentes diabólicos, o espíritus malignos. Durante ciertos días y horas, y en determinadas estaciones, se pensaba que estas influencias eran más activas. Ni siquiera los dioses estaban libres de ellas, y en los libros y papiros egipcios hay fórmulas para devolver la salud a divinidades enfermas. Pero quienes podían obtener información mediante los dioses fueron los que fundaron la medicina egipcia, y sus técnicas terapeúticas. El sacerdote-médico Sunu, por ejemplo, ejercía sus funciones manejando las divinidades curativas por una parte, y los demonios de la enfermedad por otra. Los oficios de sacerdote, mago y médico se combinaban frecuentemente en una persona en Egipto.
En el santuario de Ptah, en Menfis, los oráculos terapeúticos se conseguían mediante sueños, y así se revelaban también remedios a los que pernoctaban en los templos. Pero fue sobre todo en Grecia donde se desarrolló el culto de Asclepio, en la Argólida y otros lugares, cuando se relacionó con el de Apolo en Delfos, donde la incubación fue reconocida como elemento esencial de la medicina mágica.
Los enfermos iban al santuario de Epidauro, a dormir en el templo de Asclepio, tenían visiones durante la noche, y dicen que se despertaban curados. El ciego, por ejemplo, era tocado por el dios, y le limpiaba los ojos; entonces salían dos grandes serpientes, y le lamían los párpados: con lo que recuperaban completamente la vista. Un paralítico de los dedos creyó estar jugando a los dados, y cuando iba a echarlos, el dios le tocó con la mano, y se le fue separando y enderezando los dedos uno por uno. Epidauro fue en Grecia lo que Lourdes en el catolicismo, y se debían hacer los mismos milagros. Por lo que he acertado al considerar mágicos todos los milagros evangélicos.
En el templo romano de Esculapio también se practicó la incubación, a pesar de que ni la mántica ni los exorcismos estaban arraigados. Sí la adivinación mediante el vuelo o canto de las aves, rayos y relámpagos, sueños y pronósticos; hepatoscopia, etc. Muchas veces a cargos de magos y curanderos procedentes de Grecia, Asia Menor y Mesopotamia.
Durante un millar de historia escrita griegos y romanos consultaron a la Pitia, la profetisa de Apolo, y le consultaban todo. La Pitia ejercía su oficio en estado frenético, vestida con largas ropas, con una cofia dorada y una diadema de hojas de laurel, antes de beber el agua sagrada de Casolis. Para asegurarse que era el día indicado, y los signos favorables, se echaba agua fría sobre una cabra, y se tomaba como indicación su temblor. Después la Pitia se sentaba en el trípode, colocado sobre una grieta o cueva de la que emanaba una nube de vapor, y a veces tenía que entrar en la cueva para aspirar ese vapor: aunque son noticias cristianas del IV d. c. , y por tanto difamatorias. Las respuestas de la Pitia eran glosolalia (palabras ininteligibles), y tenían que ser interpretadas por el sacerdote principal, y a menudo escritas en hexámetros, como oráculos de Zeus, dados a través de Apolo. El oficio de Pitia era tan sagrado, que la obligaban a separarse del marido, si estaba casada. Si era necesario prestaban sus servicios, en el mismo trípode, hasta tres Pitias. El culto procedía de Anatolia, tierra de chamanes, por lo que tenía caracteres extáticos. Como el templo de Apolo estaba muy relacionado con Dionisos, se introdujeron modificaciones apolíneas en la tradición orgiástica de los tracios. Bajo la influencia órfica, el templo de Apolo practicó culto a los héroes, y ritos a los difuntos. E influyó incluso en la doctrina platónica del cuerpo como sepulcro del alma (soma-sema), la preexistencia del alma, y la reencarnación. Las respuestas eran tan vagas, evasivas y ambiguas, que se necesitaban exégetas para descifrar su contenido. La Pitia declaró a Sócrates el más sabio de los hombres.
Después de las guerras persas, en el V a. c. , Delfos perdió prestigio, por la parcialidad e inexactitud de sus oráculos. Durante la segunda guerra sagrada (357-346 a. c. ) fue despojado de sus tesoros por generales focenses, y con Filipo de Macedonia dejó de ser santuario central, aunque su oráculo favoreció a Alejandro Magno. Probablemente fue destruido en el terremoto del 371 a. c. , y no fue reconstruido. Los reyes helénicos despreciaban a la Pitia, y por lo general no consultaban su oráculo. En el 279 a. c. , durante las hordas celtas, se salvó el templo, y se instituyó la fiesta Soteria para agradecer a Zeus y Apolo su apoyo; pero las intervenciones de estos dioses fueron tan reales como las de Santiago Apóstol, en la Reconquista española. Los romanos consultaron el oráculo el 207 a. c. , al final de la guerra contra Aníbal. Y Ptolomeo IV (173-146). Con Trajano y Adriano volvió a ser un templo importante, así como con los Antoninos y Septimio Severo. Los cristianos atribuyeron su desprestigio por la encarnación y revelación de Cristo, pero no lo creo, porque todas las religiones y cultos son igualmente falsos.
El cristianismo consideró diabólico estos oráculos, pero muchos Padres de la Iglesia, y autores cristianos, admitieron que las sibilas habían dado testimonio de Cristo. Estas sacerdotisas se extendieron por Grecia en el IV a. c. , procedentes de Asia Menor, y se las relacionó con los órficos antes de pasar a Italia, donde establecieron su más importante sede entre los colonos de Cumas, cerca de Nápoles. Allí tuvieron un templo el 493 a. c. , introduciendo los cultos de Deméter, Dionisos y Core, que latinizaron en Ceres, Líber y Líbera. Por lo que se les erigió un templo en la ladera del Aventino, en Roma, cerca del Circo Máximo, y se han encontrado profecías de este templo en el Capitolio de Roma (duoviri sacris faciundis). Cuando estas profecías fueron destruidas, en el incendio del Capitolio, 83 a. c. , Augusto envió emisarios a Eritrea para importar documentos sibilinos, que fueron depositados en el nuevo templo de Apolo del Palatino. En el II y III d. c. incluso la Iglesia reconoció estos oráculos, aunque cristianizándolos. En el Concilio de Nicea el propio Constantino recurrió a estos oráculos, e incluso san Agustín colocó a la Sibila en la Ciudad de Dios.
La tradición relaciona a Abrahan con manifestaciones divinas en el terebinto de Siquem, y la fundación del santuario de Betel se relacionó con incubaciones a Jacob, siendo corrientes revelaciones divinas en los santuarios de Berseva, Hebrón, Mambré y Ofra. En Madián se nos dice que encontró Moises a Yahweh en forma de zarza ardiente, que no se consumía. Y en montañas sagradas, como las del Sinaí u Horeb, se nos dice que Moisés y Elías vieron a Yahweh, y hablaron con él, sin intermediaroios, lo que vuelve a demostrar la veracidad de la Bíblia, en la que la palabra de Yahweh es lo que la hace ser creída. Durante la ocupación árabe persistieron en Palestina santuarios locales, con sus árboles sagrados, sus fuentes, sus alineamientos megalíticos, sus mazzehah o gilgal (círculos de piedra), sus capillas, etc: pero el Islam es también religión de Libro, visto en las estrellas.
La profecía cultual es la base de la Bíblia, a cargo de profesionales del éxtasis (Cobnim y Nebi´im), en los santuarios de Betel, Gibea, Rama, Jericó y Carmelo. Son idénticos a los visionarios mesopotámicos (makku), aunque los profetas de Israel (nabí) se diferenciaron de los sacerdotes, por ser independientes y no ejercer cargo público. Decían que eran poseídos por el espíritu (ruach) de Yahweh, en éxtasis, aunque a algunos le abandonaba, a veces, la inspiración divina. Se atribuyen a Eliseo muchos milagros, y Elías fue un hacedor de lluvia, desempeñando el mismo papel que el Al-Jidr (Hombre Verde) de la tradición popular; aunque también tuvo éxtasis.
Los profetas escritores hebreos veían también las palabras que tenían que comunicar, por supuesto en visiones, y se sentían también poseídos por el espíritu de Yahweh, obligados a pronunciar palabras que consideraban oráculos divinos, así como revelaciones recibidas en visiones. Son los que hacen hablar a Yahweh, en lo que yo llamo literatura. Todos los profetas condenaron los cultos sincréticos, y mediante ellos Yahweh pedía a su pueblo obediencia total y cumplimiento riguroso de sus Leyes. Mediante psicosis sobrenaturales son los que en realidad escriben la Bíblia, pues conocían la voluntad y pensamiento de Yahweh, lo que vuelve a hacer de este dios un dios más del neolítico.
La Adivinación.
1. ¿Es posible la adivinación?
El hombre siempre ha querido adivinar, ver, interpretar cuál era el futuro que le esperaba y utilizó métodos y técnicas para predecir el destino. Para responder a esta pregunta no hay más que revisar la historia y darnos cuenta de que está llena de sorprendentes predicciones acerca de lo que el futuro nos depara, pero pocas han sido tan precisas y han tenido tanto impacto como la que, según se dice, realizó Jacques Cazotte en una cena de gala, en París, a principios de 1.788. Transcurrido algún tiempo, uno de los asistentes, Jean-Francois de La Harpe, escribió un detallado relato de lo que se dijo. Se trataba de una fiesta animada. El anfitrión era un conocido noble que destacaba por su inteligencia y había invitado a una no menos brillante concurrencia: escritores, cortesanos, miembros de la Academia Francesa, damas de la nobleza, todos ellos famosos por sus dotes de conversadores y su buen humor. El mismo Cazotte era un distinguido escritor, autor de la novela oculta "El diablo enamorado" (Le Diable Amoreux). La cena era suntuosa, el vino corría en abundancia y todos competían por ser más osados e irreverentes hablando que los demás. Ningún tópico era sagrado. Las damas escuchaban sin ruborizarse unas historias delirantemente perversas, cualquiera podía burlarse de la religión. Todos coincidían en que era necesaria la revolución en Francia, un cambio que, de un escobazo, barriera todas las supersticiones y fanatismos. Fue entonces, cuando Cazotte acalló las risas con la siguiente declaración: "Señoras y señores, no os preocupéis. Todos vosotros veréis esa gran revolución que tanto anheláis. Tengo algo de profeta y os lo aseguro, la veréis". Continuó describiendo, con escalofriantes detalles, cómo afectaría la inminente revolución a cada uno de los invitados: "Vos, Monsieur de Conclorcet, moriréis en el suelo de piedra de una celda después de haber tomado un veneno para engañar al verdugo, y vos, Monsieur de Chamfort, os cortaréis veintidós veces las venas con una cuchilla, pero no moriréis hasta después de transcurridos unos meses. Vos, Monsieur de Nicolai, en la guillotina, lo mismo que vos, Monsieur Bailly, en la guillotina." Cazotte continuaba y la gente empezó a murmurar: "Este hombre está loco, ¿no veis que es una broma? Sus bromas siempre son así, fantásticas y truculentas". La Harpe, conocido librepensador, objetó que Cazotte no le había profetizado nada: "Ah, ves. Con vos veo algo aún más extraordinario; os haréis cristiano". Todos los invitados estallaron en risas y Chanfort dijo: "Qué alivio. Si no hemos de morir hasta que La Harpe se haga cristiano, somos prácticamente inmortales". "¿Y, nosotras, las damas?, preguntó la duquesa de Granmont. En esa revolución vuestra, seguro que no recibiremos ningún daño". Y Cazotte respondió: "Vuestro sexo, señoras, no será ninguna protección en este baño de sangre. Vos, señora duquesa, y muchas otras damas seréis conducidas a la guillotina, con las manos atadas a la espalda como los criminales comunes." Y ante las muestras de incredulidad del grupo, hizo la última profecía, la más terrible: "Debo deciros que nadie está a salvo, ni siquiera el Rey ni la Reina de Francia". Parece ser que esta historia es cierta, como afirmaron algunos testigos; aunque no la divulgaran hasta después de la revolución, es seguramente una de las profecías más precisas de toda la historia. Durante cinco años, la visión de Jacques Cazotte se cumplió en casi todos los detalles. Las personas que acudieron a la velada de Cazotte, encontraron el destino que se les había profetizado. Y hasta él mismo murió guillotinado en 1.792.
El hombre siempre ha querido adivinar, ver, interpretar cuál era el futuro que le esperaba y utilizó métodos y técnicas para predecir el destino. Para responder a esta pregunta no hay más que revisar la historia y darnos cuenta de que está llena de sorprendentes predicciones acerca de lo que el futuro nos depara, pero pocas han sido tan precisas y han tenido tanto impacto como la que, según se dice, realizó Jacques Cazotte en una cena de gala, en París, a principios de 1.788. Transcurrido algún tiempo, uno de los asistentes, Jean-Francois de La Harpe, escribió un detallado relato de lo que se dijo. Se trataba de una fiesta animada. El anfitrión era un conocido noble que destacaba por su inteligencia y había invitado a una no menos brillante concurrencia: escritores, cortesanos, miembros de la Academia Francesa, damas de la nobleza, todos ellos famosos por sus dotes de conversadores y su buen humor. El mismo Cazotte era un distinguido escritor, autor de la novela oculta "El diablo enamorado" (Le Diable Amoreux). La cena era suntuosa, el vino corría en abundancia y todos competían por ser más osados e irreverentes hablando que los demás. Ningún tópico era sagrado. Las damas escuchaban sin ruborizarse unas historias delirantemente perversas, cualquiera podía burlarse de la religión. Todos coincidían en que era necesaria la revolución en Francia, un cambio que, de un escobazo, barriera todas las supersticiones y fanatismos. Fue entonces, cuando Cazotte acalló las risas con la siguiente declaración: "Señoras y señores, no os preocupéis. Todos vosotros veréis esa gran revolución que tanto anheláis. Tengo algo de profeta y os lo aseguro, la veréis". Continuó describiendo, con escalofriantes detalles, cómo afectaría la inminente revolución a cada uno de los invitados: "Vos, Monsieur de Conclorcet, moriréis en el suelo de piedra de una celda después de haber tomado un veneno para engañar al verdugo, y vos, Monsieur de Chamfort, os cortaréis veintidós veces las venas con una cuchilla, pero no moriréis hasta después de transcurridos unos meses. Vos, Monsieur de Nicolai, en la guillotina, lo mismo que vos, Monsieur Bailly, en la guillotina." Cazotte continuaba y la gente empezó a murmurar: "Este hombre está loco, ¿no veis que es una broma? Sus bromas siempre son así, fantásticas y truculentas". La Harpe, conocido librepensador, objetó que Cazotte no le había profetizado nada: "Ah, ves. Con vos veo algo aún más extraordinario; os haréis cristiano". Todos los invitados estallaron en risas y Chanfort dijo: "Qué alivio. Si no hemos de morir hasta que La Harpe se haga cristiano, somos prácticamente inmortales". "¿Y, nosotras, las damas?, preguntó la duquesa de Granmont. En esa revolución vuestra, seguro que no recibiremos ningún daño". Y Cazotte respondió: "Vuestro sexo, señoras, no será ninguna protección en este baño de sangre. Vos, señora duquesa, y muchas otras damas seréis conducidas a la guillotina, con las manos atadas a la espalda como los criminales comunes." Y ante las muestras de incredulidad del grupo, hizo la última profecía, la más terrible: "Debo deciros que nadie está a salvo, ni siquiera el Rey ni la Reina de Francia". Parece ser que esta historia es cierta, como afirmaron algunos testigos; aunque no la divulgaran hasta después de la revolución, es seguramente una de las profecías más precisas de toda la historia. Durante cinco años, la visión de Jacques Cazotte se cumplió en casi todos los detalles. Las personas que acudieron a la velada de Cazotte, encontraron el destino que se les había profetizado. Y hasta él mismo murió guillotinado en 1.792.
2. La adivinación, ¿un don especial?
Cuando Cazotte comentó que tenía algo de profeta, reivindicó poseer uno de los dones más antiguos de la historia. Todas las épocas han tenido sus visionarios, personas que parecen poseer un don especial. Una de esas personas con ciertos poderes de profecía fue el enigmático sabio francés al que conocemos como "Nostradamus", que vivió en el siglo XVI. Su Centurie Astrologiche y otros escritos, algunos de los cuales hoy se consideran apócrifos, proyectan un conjunto de acontecimientos futuros a través de unos 550 años después de su muerte. Hay una anécdota muy conocida de su vida que cuenta cómo un día, en Italia, encontró a un monje que había estado guardando cerdos en su pueblo natal antes de vestir el hábito religioso. Nostradamus se hincó de rodillas ante él y el humilde religioso quedó asombradísimo al oír que le daba el título de "Vuestra Santidad". Naturalmente todos los testigos de la singular escena soltaron la carcajada, y el monje, no fue el menos admirado. Sin embargo, años más tarde, aquel monje, que se llamaba Félix Peretti y que con el tiempo se convirtió en el cardenal de Montalvo, tomó posesión del trono pontificio con el nombre de Sixto V. En la historia más reciente encontramos otros con el don de la profecía, como Jean Dixon, que fue llamada la sibila de Washington. En 1.944 predijo la muerte del presidente Roosevelt y también la aparición del comunismo en China cuando este país estaba invadido por los japoneses. En 1.945 auguró la división de la India en dos países: India y Pakistán, ocurrida el 2 de junio de 1.947. Y también vaticinó la muerte por asesinato de John F. Kennedy y de Mahatma Gandhi. También tenemos al clérigo Robert Charles Anderson, que predijo la "guerra fría", la separación en dos de Alemania, la creación de la bomba atómica y la invasión de Checoslovaquia por los tanques rusos. Y destaca Edgen Gayce, que predijo el desplazamiento de los polos. Las sacudidas sísmicas del globo terráqueo harán aparecer la mítica y sumergida Atlántida. Sobre la Atlántida nos hablaría también Madame Blavatsky, la gran esoterista del siglo XIX, cuyo poder de predicción era extraordinario. Cuando ella escribió una de sus grandes obras, "Isis sin Velo", la hipótesis de los electrones no era aún conocida por los físicos de su época. Esto no le impidió afirmar, en una especie de vaticinio científico, que "la teoría unitaria de la química moderna se funda en las polaridades eléctricas de los átomos". Precisamente la mítica Atlántida es para ella un claro hecho que guarda el futuro como un tesoro. Ella dice: "si hace cien años el mundo no sabía nada de Pompeya o Herculano; nada del lazo lingüístico que une a las naciones indoeuropeas, nada de la significación del vasto número de inscripciones sobre las tumbas y templos de Egipto... ¿Quién puede asegurar que dentro de cien años los grandes museos del mundo no estén adornados con joyas, estatuas e instrumentos de los atlantes...?" Ya Schliemann probó que Troya no era una fantasía inventada por el genio poético de Homero, por lo que muchas leyendas pueden verse convertidas en historia a medida que avancen las investigaciones. El fenómeno de la adivinación se ha dado en las más grandes culturas de todos los tiempos, desde la egipcia a la china y desde los etruscos a los mayas. Todos creían tener la posibilidad de conocer el futuro, y era tan firme esta creencia que durante todo el Imperio Romano, más allá de su fragmentación en el Imperio de Occidente y el de Oriente y en el Imperio Bizantino, estaba prohibido bajo pena de muerte hacer adivinaciones sobre el futuro de los emperadores. Heródoto, el llamado "Padre de la Historia", narra infinidad de casos, como el de aquel rey de Oriente que, habiéndole predicho los adivinos que moriría a causa de una carreta, prohibió que en su territorio circulase ninguna; murió en una revuelta de palacio, clavado en su trono por una espada que llevaba en su empuñadura la figura de una carreta.
Cuando Cazotte comentó que tenía algo de profeta, reivindicó poseer uno de los dones más antiguos de la historia. Todas las épocas han tenido sus visionarios, personas que parecen poseer un don especial. Una de esas personas con ciertos poderes de profecía fue el enigmático sabio francés al que conocemos como "Nostradamus", que vivió en el siglo XVI. Su Centurie Astrologiche y otros escritos, algunos de los cuales hoy se consideran apócrifos, proyectan un conjunto de acontecimientos futuros a través de unos 550 años después de su muerte. Hay una anécdota muy conocida de su vida que cuenta cómo un día, en Italia, encontró a un monje que había estado guardando cerdos en su pueblo natal antes de vestir el hábito religioso. Nostradamus se hincó de rodillas ante él y el humilde religioso quedó asombradísimo al oír que le daba el título de "Vuestra Santidad". Naturalmente todos los testigos de la singular escena soltaron la carcajada, y el monje, no fue el menos admirado. Sin embargo, años más tarde, aquel monje, que se llamaba Félix Peretti y que con el tiempo se convirtió en el cardenal de Montalvo, tomó posesión del trono pontificio con el nombre de Sixto V. En la historia más reciente encontramos otros con el don de la profecía, como Jean Dixon, que fue llamada la sibila de Washington. En 1.944 predijo la muerte del presidente Roosevelt y también la aparición del comunismo en China cuando este país estaba invadido por los japoneses. En 1.945 auguró la división de la India en dos países: India y Pakistán, ocurrida el 2 de junio de 1.947. Y también vaticinó la muerte por asesinato de John F. Kennedy y de Mahatma Gandhi. También tenemos al clérigo Robert Charles Anderson, que predijo la "guerra fría", la separación en dos de Alemania, la creación de la bomba atómica y la invasión de Checoslovaquia por los tanques rusos. Y destaca Edgen Gayce, que predijo el desplazamiento de los polos. Las sacudidas sísmicas del globo terráqueo harán aparecer la mítica y sumergida Atlántida. Sobre la Atlántida nos hablaría también Madame Blavatsky, la gran esoterista del siglo XIX, cuyo poder de predicción era extraordinario. Cuando ella escribió una de sus grandes obras, "Isis sin Velo", la hipótesis de los electrones no era aún conocida por los físicos de su época. Esto no le impidió afirmar, en una especie de vaticinio científico, que "la teoría unitaria de la química moderna se funda en las polaridades eléctricas de los átomos". Precisamente la mítica Atlántida es para ella un claro hecho que guarda el futuro como un tesoro. Ella dice: "si hace cien años el mundo no sabía nada de Pompeya o Herculano; nada del lazo lingüístico que une a las naciones indoeuropeas, nada de la significación del vasto número de inscripciones sobre las tumbas y templos de Egipto... ¿Quién puede asegurar que dentro de cien años los grandes museos del mundo no estén adornados con joyas, estatuas e instrumentos de los atlantes...?" Ya Schliemann probó que Troya no era una fantasía inventada por el genio poético de Homero, por lo que muchas leyendas pueden verse convertidas en historia a medida que avancen las investigaciones. El fenómeno de la adivinación se ha dado en las más grandes culturas de todos los tiempos, desde la egipcia a la china y desde los etruscos a los mayas. Todos creían tener la posibilidad de conocer el futuro, y era tan firme esta creencia que durante todo el Imperio Romano, más allá de su fragmentación en el Imperio de Occidente y el de Oriente y en el Imperio Bizantino, estaba prohibido bajo pena de muerte hacer adivinaciones sobre el futuro de los emperadores. Heródoto, el llamado "Padre de la Historia", narra infinidad de casos, como el de aquel rey de Oriente que, habiéndole predicho los adivinos que moriría a causa de una carreta, prohibió que en su territorio circulase ninguna; murió en una revuelta de palacio, clavado en su trono por una espada que llevaba en su empuñadura la figura de una carreta.
3. Técnicas de adivinación.
El hombre, desde la antigüedad, ha querido siempre adivinar, ver, interpretar de alguna manera cuál era el futuro que le esperaba y por eso siempre elaboró alguna técnica. Por ejemplo, en la época Shang de los chinos, hacia el 1.700 a.c. echaban caparazones de tortuga al fuego e interpretaban las diferentes rajaduras que se hacían. En Babilonia las profetisas poseían unas piedras que parecían ser aerolitos, cuyo contacto despertaba la visión profética. En Grecia y en Roma son de todos conocidas las visitas a los oráculos para conocer el destino, como el famoso de Delfos, que se decía que había sido construido por el propio Apolo, tras haber dado muerte a la serpiente Pitón. Este oráculo desempeñó un papel vital en los asuntos griegos. Los romanos tomaron muchas de sus prácticas de la antigua cultura etrusca, como la aruspicia, que consistía en la inspección de las entrañas de animales sacrificados para conocer en ellas el porvenir. En el mundo actual utilizamos multitud de métodos y técnicas heredadas la mayoría de ellas de la antigüedad, como el tarot, el I ching, la quiromancia, las runas, la bola de cristal o la propia astrología. Pero también las hay muy sofisticadas y extravagantes como la tiromancia, que es la adivinación mediante la coagulación del queso, o la codonomancia, adivinación a través de las campanas. En muchas de estas técnicas sus nombres terminan en "mancia", es un sufijo derivado de la palabra griega mantis, que significa "adivino" o "profeta". De todo lo dicho hasta ahora deducimos que la historia parece corroborar la existencia de la adivinación. Entonces, si existe la adivinación, ¿es que el futuro ya está escrito y es inexorable?
El hombre, desde la antigüedad, ha querido siempre adivinar, ver, interpretar de alguna manera cuál era el futuro que le esperaba y por eso siempre elaboró alguna técnica. Por ejemplo, en la época Shang de los chinos, hacia el 1.700 a.c. echaban caparazones de tortuga al fuego e interpretaban las diferentes rajaduras que se hacían. En Babilonia las profetisas poseían unas piedras que parecían ser aerolitos, cuyo contacto despertaba la visión profética. En Grecia y en Roma son de todos conocidas las visitas a los oráculos para conocer el destino, como el famoso de Delfos, que se decía que había sido construido por el propio Apolo, tras haber dado muerte a la serpiente Pitón. Este oráculo desempeñó un papel vital en los asuntos griegos. Los romanos tomaron muchas de sus prácticas de la antigua cultura etrusca, como la aruspicia, que consistía en la inspección de las entrañas de animales sacrificados para conocer en ellas el porvenir. En el mundo actual utilizamos multitud de métodos y técnicas heredadas la mayoría de ellas de la antigüedad, como el tarot, el I ching, la quiromancia, las runas, la bola de cristal o la propia astrología. Pero también las hay muy sofisticadas y extravagantes como la tiromancia, que es la adivinación mediante la coagulación del queso, o la codonomancia, adivinación a través de las campanas. En muchas de estas técnicas sus nombres terminan en "mancia", es un sufijo derivado de la palabra griega mantis, que significa "adivino" o "profeta". De todo lo dicho hasta ahora deducimos que la historia parece corroborar la existencia de la adivinación. Entonces, si existe la adivinación, ¿es que el futuro ya está escrito y es inexorable?
4. ¿Podemos conocer el futuro?
Si con sentido filosófico nos adentramos en los porqués de los aconteceres históricos y los fenómenos naturales, descubriremos que tanto las más antiguas enseñanzas como los actuales descubrimientos y teorías sobre la constitución del Universo nos señalan la existencia de una fuerza metafísica que rige de manera inteligente todos los fenómenos y les da unas determinadas características a través de las leyes naturales. Entonces predecir el futuro, o decir que los designios de Dios son un enigma es cierto si lo tomamos en ciclos inconmensurables para nosotros, pero a escala humana pueden ser conocidos. Toda la ciencia no es otra cosa que el conocimiento de los designios de una Gran Inteligencia, nos dice el filósofo y profesor Jorge Ángel Livraga. Y estos designios no son anárquicos, sino que se repiten y el conocimiento de sus repeticiones y de los ritmos que los rigen es el conocimiento de las leyes que rigen todo lo manifestado; en este plano dimensional o en cualquier otro. "Así es arriba como es abajo", dice el Kybalión. Existe un camino para todas las cosas y un orden o disciplina preestablecida, pensada, que excluye toda posibilidad de casualidad y la reemplaza por la causalidad o relación armónica entre las causas y los efectos, que a su vez son causas de otros efectos posteriores. De esto podríamos deducir lo que los filósofos hindúes llamaron hace miles de años sadhana, el sentido de la vida; y un dharma, que es la ley que la rige; y el karma, el conjunto de acciones y reacciones que se producen. ¿Cómo podríamos, entonces, mover un sólo hilo de nuestro destino? Concibiendo lo que Platón llamaba obediencia a la Naturaleza de las Leyes Universales. Descubrimos que en esa obediencia también hay cierta libertad que ejercitaría en el hombre su capacidad de discernimiento y búsqueda de la Verdad. Entonces lo que convierte en inexorables a los verdaderos presagios es nuestra propia falta de conocimiento. Con el estudio de las leyes de la Naturaleza podemos llegar a entender que podemos vivir en libertad dentro de lo inexorable y así ir venciendo nuestros miedos. Esos miedos que nos hacen ver un futuro oscuro e incierto. Si aceptamos que estamos en los comienzos de una nueva micro-glaciación y que nuestra civilización occidental está en crisis, ésto puede obedecer a la "Ley de los ciclos". Siguiendo las enseñanzas tradicionales y el estudio de la Historia descubrimos que la Vida es cíclica. El estudio y conocimiento de ésta y otras leyes de la Naturaleza y el Universo, nos hace descubrir que el siglo XXI será un eslabón más de la larga cadena de la Historia. Así que no hay porqué temer al futuro. Porque como diría el gran emperador y filósofo Marco Aurelio; "¿Qué puede pasarle al hombre que no sea propio del hombre?"
Si con sentido filosófico nos adentramos en los porqués de los aconteceres históricos y los fenómenos naturales, descubriremos que tanto las más antiguas enseñanzas como los actuales descubrimientos y teorías sobre la constitución del Universo nos señalan la existencia de una fuerza metafísica que rige de manera inteligente todos los fenómenos y les da unas determinadas características a través de las leyes naturales. Entonces predecir el futuro, o decir que los designios de Dios son un enigma es cierto si lo tomamos en ciclos inconmensurables para nosotros, pero a escala humana pueden ser conocidos. Toda la ciencia no es otra cosa que el conocimiento de los designios de una Gran Inteligencia, nos dice el filósofo y profesor Jorge Ángel Livraga. Y estos designios no son anárquicos, sino que se repiten y el conocimiento de sus repeticiones y de los ritmos que los rigen es el conocimiento de las leyes que rigen todo lo manifestado; en este plano dimensional o en cualquier otro. "Así es arriba como es abajo", dice el Kybalión. Existe un camino para todas las cosas y un orden o disciplina preestablecida, pensada, que excluye toda posibilidad de casualidad y la reemplaza por la causalidad o relación armónica entre las causas y los efectos, que a su vez son causas de otros efectos posteriores. De esto podríamos deducir lo que los filósofos hindúes llamaron hace miles de años sadhana, el sentido de la vida; y un dharma, que es la ley que la rige; y el karma, el conjunto de acciones y reacciones que se producen. ¿Cómo podríamos, entonces, mover un sólo hilo de nuestro destino? Concibiendo lo que Platón llamaba obediencia a la Naturaleza de las Leyes Universales. Descubrimos que en esa obediencia también hay cierta libertad que ejercitaría en el hombre su capacidad de discernimiento y búsqueda de la Verdad. Entonces lo que convierte en inexorables a los verdaderos presagios es nuestra propia falta de conocimiento. Con el estudio de las leyes de la Naturaleza podemos llegar a entender que podemos vivir en libertad dentro de lo inexorable y así ir venciendo nuestros miedos. Esos miedos que nos hacen ver un futuro oscuro e incierto. Si aceptamos que estamos en los comienzos de una nueva micro-glaciación y que nuestra civilización occidental está en crisis, ésto puede obedecer a la "Ley de los ciclos". Siguiendo las enseñanzas tradicionales y el estudio de la Historia descubrimos que la Vida es cíclica. El estudio y conocimiento de ésta y otras leyes de la Naturaleza y el Universo, nos hace descubrir que el siglo XXI será un eslabón más de la larga cadena de la Historia. Así que no hay porqué temer al futuro. Porque como diría el gran emperador y filósofo Marco Aurelio; "¿Qué puede pasarle al hombre que no sea propio del hombre?"
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