Sólo es el reflejo lapidario de una realidad concreta y medible: El Tercer Mundo muere de hambre porque los países ricos mueren de plétora.
Aparte de cualquier justificación sea sanitaria u otra, bastan las constataciones siguientes para abrir los ojos y el corazón:El ganado de los países ricos come tantos cereales como los Indios y los Chinos juntos. En efecto, hace falta un promedio de 7 kilos de alimentos directamente comestibles para el hombre, para obtener un solo kilo de alimento de origen animal(Sauvez votre corps, Dr.Kousmine, p 215).Un taller gigante de California con 100.000 bovinos consume 850 toneladas diarias de maíz, lo que podría alimentar a 1,7 millones de africanos del este.
La mitad del agua de los Estados Unidos sirve para engordar el ganado,o sea 5 veces el consumo de la población del país, con 20 veces más excrementos y 85 % de pérdida de humus.
El problema del hambre en el mundo está falseado desde el origen, en la medida en la que no se toma en cuenta un retorno eventual al vegetarianismo.
Los países del Este compran en el mercado mundial unas cantidades ingentes de cereales (52 toneladas en 1.984 para la Unión Soviética), que sirven en gran parte para alimentar al ganado.En los países industrializados occidentales, sólo el 22 % de los cereales se usan para la alimentación humana, mientras que en los países en desarrollo la tasa es de 87 %. Suiza importa anualmente 1,4 millón de toneladas de cereales, con 71 % destinados a los animales de carnicería.Bastaría con que en Estados Unidos, por ejemplo, se comiera 10 % menos de carne, para que 60 millones de personas no murieran de hambre (valor mentado por el Dr. Christian Schaller).Con la cantidad de cereales que usamos para alimentar el ganado en los países occidentales, podríamos dar de comer a toda la gente del globo. Una sola hectárea aporta 7.800.000 calorías con pan, 3 millones con leche pero solamente 1.215.756 con carne. En términos de proteínas, esto equivale a 255.153 y 13 gramos (Dr. Schlemmer).
El orden injusto del mundo. Menos de 1 % de grandes hacenderos brasileños poseen 46% de las tierras, mientras 89 % de los pequeños tan sólo tienen 18 %, y el resto (34 %) está entre manos de la clase media.
En cuanto a las exportaciones de carne de Brasil, su crecimiento puede sobreponerse a la «deuda», y en el de la desertificación de la selva amazónica. Todo eso para satisfacer el pedido de carne de los pudientes.
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